¡Oh vosotros todos los que pasáis por el camino, mirad y ved, si hay dolor como el dolor que me hiere! Pues Yahvé me ha afligido en el día de su ardiente ira.Lam 1, 12

Si Yo cerrare el cielo y no lloviere, si Yo enviare la langosta para que devore la tierra, o mandare la peste entre mi pueblo; 1y si mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre se humillare, orando y buscando mi rostro, y si se convirtieren de sus malos caminos, Yo los oiré desde el cielo, perdonaré su pecado y sanaré su tierra. Estarán mis ojos abiertos, y mis oídos atentos a la oración que se haga en este lugar. 2 Cro 7, 13-15

Queridos Feligreses,

Hace unos días les hemos comunicado las iniciativas que habríamos de tomar de acuerdo con la instrucción de la Arquidiócesis [de Guadalajara] acerca de la pandemia de COVID-19. Con mucha tristeza les informamos que hoy llegó otro comunicado diciéndonos que, por las siguientes dos semanas, realizaremos la celebración de la Santa Misa sin la presencia física de los fieles.

            Sé que esta noticia no será del agrado de nadie y que será difícil aceptar. Como les hemos venido diciendo desde que comenzó esta situación, tenemos que verla con una perspectiva sobrenatural y ofrecerla por la purificación de la Iglesia y por la conversión de nuestra sociedad.

       Habrá la tentación de buscar excepciones. Pero tenemos que recordar que la Liturgia y los Sacramentos son de la Iglesia, y ella – dentro de ciertos límites – tiene autoridad sobre ellos. Es bueno sentir hambre por los sacramentos, pero no podemos hacerlo a nuestra manera.

El Canon 838 del Código de Derecho Canónico dice que:

La ordenación de la sagrada liturgia depende exclusivamente de la autoridad de la Iglesia, que reside en la Sede Apostólica y, según las normas del derecho, en el Obispo diocesano. 

Al Obispo diocesano, en la Iglesia a él confiada y dentro de los límites de su competencia, le corresponde dar normas obligatorias para todos sobre materia litúrgica.

Y San Ignacio de Antioquía, Padre de la Iglesia, nos recuerda:

“Vean que todos siguen al obispo, como Jesucristo hace al Padre, y al presbiterio como lo harían con los apóstoles; y reverencian a los diáconos, como la institución de Dios. Que ningún hombre haga nada relacionado con la Iglesia sin el obispo. Que se considere una Eucaristía apropiada, que sea administrada por el obispo, o por alguien a quien se lo haya confiado. Dondequiera que aparezca el obispo, allí estará también la multitud del pueblo; incluso cuando, donde sea que esté Jesucristo, allí está la Iglesia Católica. No es lícito sin el obispo bautizar o celebrar una fiesta de amor [la liturgia]; pero cualquier cosa que él apruebe, eso también es agradable a Dios, para que todo lo que se haga pueda ser seguro y válido”.

Obviamente hay límites. Los ritos de la liturgia no pueden ser cambiados según los caprichos de cada quien, pero en esto no hay duda de que el obispo tiene la autoridad que debemos de respetar. Gracias a Dios, no es una disposición permanente. Gracias a Dios también, si entendemos la doctrina de la comunión de los santos y la eclesiología tradicional, entenderemos que todos somos beneficiarios de todas las misas celebradas, aunque sean privadas.

Les recuerdo de la importancia de la comunión espiritual. El Catecismo Romano nos enseña:

“Los pastores de almas deben enseñar a su rebaño que no hay una sola manera de recibir los frutos admirables del sacramento de la Eucaristía, sino que hay dos: la comunión sacramental y la comunión espiritual”.

Y los escritores espirituales comentan: “Es, por sí mismo”, dice el padre Faber, “uno de los mayores poderes del mundo”. “Por eso”, escribe San Leonardo de Porto Mauricio, “muchas almas han alcanzado una alta perfección”. Jesús desea entrar a tu corazón todos los días por la comunión sacramental; sin embargo, incluso eso no le basta; Él vendría una y otra vez, sin cesar. Este deseo divino se realiza mediante la comunión espiritual. “Cada vez que me deseas”, le dijo a Santa Matilde de Hackeborn, “me atraes hacia ti. Un deseo, un suspiro, es suficiente para hacerte poseer”. Nuestro Señor le encargó a Santa Margarita de Cortona que le recordara a un monje la palabra de San Agustín: “Cree y habrás comido”; es decir, haz un acto de fe y deseo hacia la Eucaristía, y esa comida divina te nutrirá.

Estaremos transmitiendo las misas cada día por Facebook. Muy pronto, también, actualizaremos las medidas adicionales que pondremos a su disposición en nuestras parroquias para el cuidado pastoral y sacramental de los fieles, como citas para confesión y comunión, así como la transmisión por internet y redes sociales, de misas, oraciones, sermones, y clases.

Las misas no pararán. Y los tendremos presentes, aún más, durante este tiempo de crisis. El flujo de gracias que llega a cada fiel por la celebración del Santo Sacrificio de la Misa es uno de los grandes beneficios para mantenerse completamente unido con el Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia, especialmente en los tiempos de tribulación.

Estas son las pruebas que nos confirman en la gracia de Dios. Vale la pena recordar las tribulaciones que sufrían nuestros antepasados, especialmente aquí en México, habiendo sido desprovistos de los sacramentos por mucho tiempo, a costa de sus vidas en muchos casos. Para nosotros la prueba será temporal. Que salgamos al desierto con Nuestro Señor. Nos está ofreciendo una Cuaresma especialmente llena de gracias porque estaremos clavados a la Cruz con Él más estrechamente. Que reflexionemos: “¿Ha habido tiempos en mi vida cuando no he apreciado debidamente el gran don que es la liturgia y los sacramentos?”

Hagamos reparación y unámonos como comunidad, en el espíritu de penitencia.

Agradezco su comprensión. No duden en comunicarse con los sacerdotes de la FSSP en México a su servicio, para cualquier aclaración o ante cualquier preocupación al respeto.

A causa del Señor sed sumisos a toda humana institución, sea al rey como soberano, o a los gobernadores, como enviados suyos para castigar a los malhechores y honrar a los que obran bien. Pues la voluntad de Dios es que obrando bien hagáis enmudecer a los hombres insensatos que os desconocen, comportándoos cual libres, no ciertamente como quien toma la libertad por velo de la malicia, sino como siervos de Dios. Respetad a todos, amad a los hermanos, temed a Dios, honrad al rey. Servir, a imitación de Cristo. Siervos, sed sumisos a vuestros amos con todo temor, no solamente a los buenos e indulgentes, sino también a los difíciles. Porque en esto está la gracia: en que uno, sufriendo injustamente, soporte penas por consideración a Dios. Pues ¿qué gloria es, si por vuestros pecados sois abofeteados y lo soportáis? Pero si padecéis por obrar bien y lo sufrís, esto es gracia delante de Dios. Para esto fuisteis llamados. Porque también Cristo padeció por vosotros dejándoos ejemplo para que sigáis sus pasos. “Él, que no hizo pecado, y en cuya boca no se halló engaño”; cuando lo ultrajaban no respondía con injurias y cuando padecía no amenazaba, sino que se encomendaba al justo Juez. Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, a fin de que nosotros, muertos a los pecados, vivamos para la justicia. “Por sus llagas fuisteis sanados”; porque erais como ovejas descarriadas; mas ahora os habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.

(1Pe 2, 13-25)

Sabemos, además, que todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios, de los que son llamados según su designio.Rom 8, 28

20 de marzo de 2020

Para todos nuestros apostolados en el país

Fraternidad Sacerdotal San Pedro en México

P.S. En la Ciudad de México, aún está permitido tener y celebrar misa de manera habitual.